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Los paisajes que hice míos

2012

Proposta de exposição individual

Artista: Marcus Vinícius

 

Buenos Aires, Argentina

LOS PAISAJES QUE HICE MÍOS
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Em 2012, pouco antes de falecer, Marcus Vinícius estava preparando a proposta de sua terceira exposição individual, concebida para o Espacio Alejandra Perotti, galeria de arte localizada em na capital Argentina. Nos arquivos digitais que constam do acervo deixado pelo artista, há uma pasta contendo doze imagens, dois textos de autoria do artista, e um breve release descrevendo o projeto:

“A exposição ‘Los paisajes que hice míos’ é um passeio pela obra de Marcus Vinícius de 2007 a 2012, através de uma seleção de projetos como ‘El deseo es el rastro’ (2011), ‘Bicho do mato’ (2010-2011), ‘Habitar’ (2010) e ‘Frágil’ (2009-2011) e dando ainda especial destaque aos seus mais recentes trabalhos ‘Everything imaginable can be dreamed...’ (2012) e ‘Nudo’ (2012). Esta exposição pretende apresentar-nos uma viagem íntima, em que os limites do corpo se confundem e nos levam a novos mundos infinitamente interpretáveis, onde encontramos aquela sensação peculiar de saudade ou desejo por algo que não pode ser obtido, a busca melancólica pelo nosso lugar. no mundo ou nosso profundo desejo de realização. O artista brasileiro utiliza a fotografia e o vídeo em seu trabalho por meio da observação e interpretação do espaço que o cerca, enfrentando os desafios éticos e estéticos de pensar esses espaços e as narrativas de intimidade. Sua obra, protagonizada por ele mesmo, cria um diálogo silencioso entre o real e o imaginado”.

Às obras acima citadas, Marcus também incluiu três imagens extraídas do vídeo “Untitled” (2011), então inédito (ele seria editado postumamente somente em 2016), conforme consta num outro arquivo de texto, denominado “Obras seleccionadas”, datado de março de 2012. Como não há imagens dos trabalhos “Habitar” e “Bicho do mato”, acredita-se que estas obras ainda estariam por ser definidas (Não se descarta também a possibilidade que as imagens de “Untitled” pudessem vir a fazer parte de uma dessas duas séries, dadas as semelhanças estéticas e temáticas com os trabalhos pertencentes às mesmas, e que o próprio “Untitled” fosse um título provisório para esses trabalhos). Acredita-se também que os trabalhos “Frágil”, “Nudo” e “Everything imaginable can be dreamed” estariam na exposição sob a forma de vídeo, já que há menção, no release, a este formato.

Numa outra pasta de arquivos, denominada “Referências”, chama atenção a presença do memorial descritivo de uma obra anterior do artista: a performance “Viagem sentimental”, realizada em 28 de maio de 2010, em Madrid. A performance partia de um convite feito por Marcus Vinícius a amigos dele residentes no mundo todo, que deveriam enviar um cartão postal de sua cidade para o endereço onde o trabalho seria apresentado. Durante a ação, o artista, com a ajuda de um pincel, aplicava cola no verso dos postais e os colava ao seu próprio corpo, como se fosse uma vestimenta. No memorial, ele assim conceituava o trabalho:

“Acredito que as fronteiras entre corpo/cidade se confundem na medida em que nos movemos e nos contaminamos não apenas de paisagens, mas também de ritmos, sorrisos, amores, sabores. De olhares, gestos e desejos de ser além de outro território. De vontades que se expandem para fora do corpo, saem da pele, dos poros e se perdem pelo ar para se encarnarem em lugares incertos e não conhecidos. A pele, fronteira última e primeira, é a única que não podemos transpassar. É a maior fronteira que pode existir porque não podemos absolutamente cruzá-la. A pele nos contem de tal maneira que é a partir dela que começamos a existir. É ela que nos denota e nos contorna. E é através desta fronteira de carne e pêlos que se desenvolverá a performance ‘Viagem sentimental’, a ser realizada no evento ARTe en AcciON, em Madrid, Espanha”.

Viagem Sentimental.JPG

Viagem sentimental

2010

Performance

Artista: Marcus Vinícius

Registro Fotográfico: Michico Totoki

ARTe en AcciON

Espacio Espora, Madrid, Espanha

Ao aproximar esse trabalho de seu novo projeto, podemos compreender as imagens aqui reunidas, decorrentes de performances realizadas pelo artista nos mais diversos cantos do mundo, como uma espécie de resposta – desta vez, Marcus produziu seus próprios postais, registros de sua passagem por tantos lugares, desfazendo e reconstruindo diversas possibilidades de fronteiras, nos quase dois anos que separam os dois momentos. Experiências que afetaram profundamente seu corpo, sua vivência com os espaços, construindo novas paisagens afetivas, que ele acabou por carregar consigo, como que impregnadas para sempre em sua pele – sua própria imensidão de paisagens pessoais.

Transcrevemos aqui os dois textos assinados por Marcus, que acompanham esse projeto: um que compartilha o mesmo nome, de caráter conceitual-curatorial; outro, denominado “Algo sobre mis fronteras”, de caráter mais pessoal, refletindo sobre seu próprio processo artístico. Mantivemos aqui o idioma em que foram originalmente escritos (espanhol).

 

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Los paisajes que hice míos – o en donde rompí el silencio del horizonte y provoqué ruidos sordos que reverberaron en otras miradas.

por Marcus Vinícius


 

 “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en el que el hombre sabe para siempre quién es.” 

 Jorge L. Borges, Biografía de Tadeo Isidoro Cruz.


 

1.

La vida es movimiento, viaje. Los hombres son pequeñas olas arrastradas por el viento hacia adelante y hacia atrás, en el mar de la existencia. Los seres de ficción son protagonistas de situaciones insólitas, probablemente indescifrables, porque la vida lo es. Así, revelo en mis historias el vacio de los días, el tiempo devorador, el juego de equívocos ofrecido por el diario de vivir y el asombro ante el revés de las cosas.

Un viaje. Buscarme a mí mismo. La identidad que se rastrea rara vez se encuentra. Se trata de algo ambiguo, enigmático, inasible. La vida se ofrece como un laberinto en el que el ser está perdido. En ese laberinto existencial, el hombre camina, como el rey de los árabes en el cuento de Borges, “afrentado y confundido”, sin hallarse. 



 

2.

El viaje, sea metafórico o real, es siempre una proyección hacia lo desconocido. La literatura universal de todas las épocas es pródiga en el tema, desde Odiseo, Marco Polo, Dante y Orlando, pasando por Lázaro de Tormes y Don Quijote, hasta llegar a Leopold Bloom y ciertos personajes de Claudio Magris, como Enrico Mreule -un fugitivo que había buscado la verdadera vida, la persuasión, en la soledad y la negación- (Otro mar) y Hervé Joncour -un hombre que no existe en un mundo que no existe- (Seda) de Alessandro Baricco, por mencionar sólo algunos casos paradigmáticos. Los héroes, tanto los de la Antigüedad como los contemporáneos, se desplazan de su lugar de origen o permanencia hacia otros puntos en búsqueda de aventuras, de un objeto sagrado, como el Santo Grial, mágico, como el vellocino de oro, o, en épocas recientes, de su destino, de lo absoluto o de la identidad. El requerimiento no siempre se concreta, y su objetivo puede ser real o ideal, al punto de que el mismo personaje puede ignorar lo que busca. 

Durante el siglo XX, el tópico viaje se enriqueció con nuevas y profundas significaciones, en parte gracias a los aportes de la psicología y de la filosofía existencialista. En este sentido, desarrolla con carácter simbólico la búsqueda de sí mismo, que se cumple en el interior del ser. Es expresión de un deseo y manifiesta la necesidad de experimentar nuevas vivencias por el afán de conocerse. Por eso, se ubicaría más que en un escenario geográfico, en un itinerario existencial.

El viaje es siempre una búsqueda y proporciona la ilusión de buscar la vida, de buscar algo que baste; la ilusión quizá de buscarse a sí mismo. El viaje aquí se presenta como el “interpretante” de una geografía anímica, de un paisaje interior, más que físico. 



 

3.

Ahora estoy en una ciudad, otra ciudad, un poco ajena, calurosa, una ciudad en la que nadie me conoce. Estoy acá y deambulo. Visito a una amiga generosa, una amiga de siempre que me invita a venir. Le hablo de mí, del arte que no sé muy bien que es, del amor, de lo complejo de los sentimientos. Mis padres están lejos, pienso en mi hermana que está cerca y lejos acompañándome en el recuerdo que siempre es nostálgico, mientras mis amigos insisten en preguntar cuando regreso. Todo es intenso como el mar y las olas. Y yo me pregunto ¿hasta cuándo? Hasta siempre.

Recorro sus calles, doblo esquinas, cruzo plazas, me encuentro con pedazos de mí en esa ciudad, lejos de mis otros pedazos que están diseminados, distantes unos de otros. ¿Será por eso que me veo expandido?, ¿creciendo de tamaño?, ¿adoptando las formas del paisaje que recorro para unir mis partes? A veces no me reconozco, necesito tomar distancia de mí, volar, planear en vuelo rasante sobre el territorio que ocupo. Desde esa altura me veo y así me vi ese viernes, fragmentado en una ciudad desconocida y gris, reencontrándome con mis pedazos, indispensables para sostener a un corazón completo que nunca está entero. Esos pequeños pedazos de mí recorren con sus miradas los trayectos de mis cicatrices, ¿en qué otro punto nos encontraremos? Hoy recuerdo las ciudades de encuentros pasados, juntos dibujamos el boceto de ese recorrido, entonces pensamos en el futuro en silencio.

 

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Algo sobre mis fronteras

por Marcus Vinícius

 

Nací y viví hasta los 23 años en Vitória, amándola mucho, amando el mar, los puentes, sin reflexionar demasiado acerca del vivir allá. Es más, yo desconfiaba de mi ciudad como quien no cree en las glorias del propio hogar. Yo, que a los dieciocho años había leído a Proust, a los veinte y siete casi no leí nada de autores capixabas. Luego en La Plata, donde cursé mis estudios de postgrado, sentí por primera vez nostalgia de mi ciudad. La había dejado no porque hubiera sentido la necesidad de dejarla, sino porque quería estudiar en otro lugar. Y fue así que comencé a vivir la experiencia de estar en la frontera.

Aprendí ante todo que las fronteras son cicatrices que no están fuera de nosotros, sino adentro. Superar las cicatrices significa quitar con dolor los puntos para recomponer la unidad quebrada, violentada. 

Borges dice que un hombre se ha propuesto dibujar el mundo y, a lo largo de los años, puebla el espacio de la página con imágenes de reinos y provincias, montanas, naves y bahías, astros, caballos y personas; luego, antes de morir, descubre que ese laberinto de trazos es la imagen de su rostro. ¿Cuál es, de hecho, el único modo de hablar de nosotros? Hablar de las personas más amadas, de los animales que estuvieron junto a nosotros, de los libros que nos sedujeron, de los paisajes que hicimos nuestros, en fin, de todo aquello que conforma la historia de nuestra vida.

Naturalmente, en mi historia se franquean muchas fronteras, no sólo fronteras nacionales y lingüísticas, sino fronteras entre el agua y la tierra, entre la vida y la muerte, continuamente temida, elidida. Hoy me doy cuenta de que toda frontera es necesaria, peligrosa, tiene una propia realidad que es incluso ilusoria. La muestra está hecha de mundos pequeños, sin que ello signifique que lo pequeño es hermoso.

“El viaje” –escribió Claudio Magris en Danubio – “es la fidelidad del sedentario que, dondequiera se encuentre, confirma sus hábitos y sus raíces e intenta engañar, con la movilidad a través del espacio, la erosión del tiempo, para repetir siempre las cosa y los gestos que le son familiares: sentarse a la mesa, charlar, amar, dormir. […] Cada viaje es una resistencia a la privación, porque se viaja no para llegar, sino para viajar. […] El viaje es siempre un camino hacia aquellas lejanías que resplandecen rojas y violetas en el cielo del atardecer, más allá de la línea del mar y de los montes, en lugares donde surge el sol mientras aquí, donde estamos, inicia el ocaso. El caminante avanza en el atardecer, cada paso lo acerca a la línea de fuego que se apaga. Cualquiera sea la opinión o la fe profesada por los hombres, aquello que los distingue es la ausencia o la presencia en su pensamiento y en su persona, de este más allá, es decir, el sentido de habitar o un mundo acabado y agotado en sí mismo, o más bien, abierto e incompleto”.

He vivido ese espacio intensamente. Para mí, la Patagonia es el silencio asfixiante que sirve de escenario a la persuasión. Decidí nunca más regresar a ese lugar. El sur argentino es vacío, la nada. Hoy, resisto a la tentación de describir la inmensidad del paisaje, la exuberante sensualidad de la tierra patagónica. Yo necesitaba vislumbrar el océano de la nada.

Sentir la intensidad del vacío, de la ausencia, de la falta. 

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